Cosa Nostra by John Dickie

Cosa Nostra by John Dickie

autor:John Dickie [Dickie, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2003-12-31T16:00:00+00:00


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Cuando finalmente se abolió la ley seca, Estados Unidos llevaba ya cuatro años metido en la Gran Depresión. El crimen organizado sobrevivió a esos cambios gracias en no poca medida a la industria del juego. También Nick Gentile participó en el nuevo boom: se convirtió en socio de una casa de juego de la Pequeña Italia, en Manhattan. Pero el final de la Prohibición también comportó el endurecimiento de la actitud del país frente al crimen organizado. Ya sea en Estados Unidos, ya sea en Sicilia, la Mafia no existiría si no fuera por sus vínculos en la esfera pública. En la convención nacional del Partido Demócrata celebrada en Chicago en 1932, Frank Costello compartió una suite del lujoso hotel Drake con el líder del distrito undécimo de Manhattan, mientras que Lucky Luciano compartió otra con el líder demócrata del distrito segundo de Nueva York. Pero a diferencia de la Italia anterior a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era una democracia. En Norteamérica la competencia por el poder era más abierta, lo que hacía que resultara casi tan fácil hacer carrera en política lanzando cruzadas contra el crimen organizado como utilizando la capacidad de compra de votos de los gángsteres. Las películas de Hollywood de la década de 1930 reflejan bastante fielmente el cambio producido en las actitudes públicas y las tácticas políticas estadounidenses tras el final de la Prohibición. En lugar de las películas sobre gángsteres de principios de la década, como Hampa dorada (Little Caesar, 1930) y Scarface (1932), Hollywood empezó a producir filmes que ensalzaban las hazañas de los agentes de las fuerzas del orden. James Cagney, que había interpretado a un matón en Public Enemy (1931), sería reclutado por el FBI en G-Men (1935). En Nueva York, en 1933, fue elegido alcalde Fiorello La Guardia, quien procedió a retirar de la ciudad las tragaperras ilegales de Costello. (Este, sin embargo, apenas se inquietó; se limitó a trasladarlas a Nueva Orleans, donde el senador Huey Long le invitó a instalarse y compartir los beneficios del juego).

El nombramiento de Thomas E. Dewey como fiscal especial de Nueva York, en 1935, constituiría un acontecimiento aún más preocupante para el crimen organizado en dicha ciudad. Dewey se presentaría en dos ocasiones —aunque sin resultado— como candidato republicano a la presidencia apoyándose precisamente en sus cacareados éxitos contra los gángsteres. En 1941, no obstante, llegaría a ser gobernador del estado de Nueva York.

Aquella campaña antigángsteres tuvo algunas víctimas eminentes. Arthur Dutch Schultz Flegenheimer, uno de los lugartenientes de Luciano y el rey de las loterías ilegales de Harlem, se veía sometido a presión por todas partes. Se enfrentaba a crecientes medidas legales, además de tener que defenderse de las acusaciones de evasión de impuestos de Dewey. Sus protectores políticos necesitaban más dinero para responder al desafío de los candidatos reformistas. Iba perdiendo cada vez más el control sobre quienes gestionaban las loterías callejeras cuando fue asesinado a tiros en el restaurante Palace Chop House de Newark, en octubre de 1935.



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